El historia sigue a Ha Eun-gyeol (interpretado por Ryeo Un), un estudiante modelo con un don natural para la música que lleva una vida dividida entre dos mundos: de día, es un hijo ejemplar de padres con discapacidad auditiva; de noche, un guitarrista apasionado en una banda secreta. Aunque su familia no puede oírlo, la música es el puente invisible que los une.
Un día, tras una discusión con su padre, Eun-gyeol entra en una misteriosa tienda de instrumentos. Al tocar una guitarra antigua, se ve transportado mágicamente al año 1995. Allí se encuentra con una versión adolescente de su propio padre, Ha Yi-chan (interpretado por Choi Hyun-wook), un chico extrovertido y soñador que aún no ha conocido a su futura esposa. Sin revelar su verdadera identidad, Eun-gyeol se convierte en su amigo y forma con él una banda llamada Watermelon Sugar, junto a dos estudiantes que también marcarán su destino.
Uno de ellos es Choi Se-kyung (interpretada por Seol In-ah), conocida como la «diosa del violonchelo» en la escuela de artes Seowon. Yi-chan está profundamente enamorado de ella, y Eun-gyeol lo ayuda a cortejarla sin saber que Se-kyung no es su futura madre. La otra es Yoon Cheong-ah (interpretada por Shin Eun-soo), una chica sorda, retraída y con una mirada triste que carga con traumas familiares. A pesar de su frialdad inicial, Eun-gyeol siente una conexión inmediata con ella, descubriendo que su historia está mucho más entrelazada con su presente de lo que imaginaba.
Mientras Eun-gyeol navega entre los dilemas del pasado y los recuerdos del futuro, intenta no alterar el destino de sus padres, pero al mismo tiempo se ve impulsado a sanar heridas invisibles y guiar a cada uno hacia su mejor versión. El viaje temporal se convierte así en un viaje emocional donde se celebra la fuerza del amor familiar, la identidad personal y el poder transformador de la música.